sábado, 28 de marzo de 2009

Boltzmann y Darwin (la teoría de la evolución desde la Física)


(Medalla dedicada a Boltzmann; procedente de http://proj1.sinica.edu.tw)
Mucho se está hablando y escribiendo en este 2009 sobre Charles R. Darwin y su teoría de la evolución de las especies mediante la selección natural (justamente, pues es una de esas teorías que no sólo han tenido enorme influencia en la ciencia, sino también en la filosofía y en la concepción que del mundo y de nosotros mismos tenemos). En el suplemento "El Cultural" del diario El Mundo, 6-12 de febrero de 2009, pudimos leer varios artículos interesantes sobre el tema: "Darwin contra el diseño inteligente" (Francisco J. Ayala), "Selección natural" (Antonio García-Bellido), "Los principios de la belleza" (Juan Luis Arsuaga) y "Una mirada desde la Física". Este último nos llamó poderosamente la atención por su originalidad; llevaba la firma del prestigioso catedrático de Física de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Fernández-Rañada. Afirma el eminente físico que el descubrimiento esencial de Darwin es la unidad de la vida, que se manifiesta en una evolución temporal irreversible que no admite marcha atrás. Según Fernández-Rañada, las nociones biológicas de unidad e irreversibilidad son correlativas a las de unificación y flecha del tiempo de la Física.
Así, respecto de Boltzmann y la irreversibilidad ligada a la flecha del tiempo nos dice:
"El austriaco Ludwig Boltzmann, otro gigante del pensamiento y gran admirador de Darwin, se propuso como objetivo de su vida científica demostrar que, a pesar de la reversibilidad matemática de las ecuaciones de la teoría newtoniana, el mundo es férrea y obligatoriamente irreversible, resolviendo así una extraña paradoja de la física clásica. Lo logró interpretando en términos probabilistas la entropía, concepto difícil y sutil que viene a dar una medida del desorden de un sistema o de la incertidumbre que se tiene sobre los detalles de su estado. Consiguió probar que es altísimamente improbable que un proceso complejo llegue a dar marcha atrás, por ejemplo que un vaso que se rompe al caer vuelva a recomponerse, al juntarse de nuevo y espontáneamente sus añicos.
Pero Boltzmann quería conseguir un resultado más fuerte aún, probar que la irreversibilidad del mundo es absoluta sin dejar esa estrechísima rendija por la que pudiese colarse la reversibilidad a caballo de las probabilidades. Por eso sintió lo que Prigogine llama "el drama de Boltzmann", la convicción de su fracaso al no haber podido realizar del todo en física lo que Darwin había conseguido en biología. Elló contribuyó a empujarle al suicidio durante una depresión en 1906. Sin embargo, su descubrimiento es una de las ideas más importantes de la física, pues la probabilidad de que un proceso dé marcha atrás invirtiendo la flecha del tiempo es tan pequeña que puede despreciarse en la práctica".
A Boltzmann, grandísimo hombre de ciencias que tuvo que luchar contra el positivismo radical decimonónico (Mach y Ostwald, principalmente), lo considero el primer físico del siglo XX, a pesar de que apenas vivió el amanecer de la nueva física, sin llegar a ver cómo sus ideas científicas eran confirmadas por la experiencia.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Dos siglos de ciencia española ... en unas líneas (por Pedro Laín Entralgo)


(En la fotografía Laín Entralgo se encuentra entre Dionisio Ridruejo y Gonzalo Torrente Ballester, con gafas oscuras; Madrid, 1973; foto de Muller, procedente de www.clubcultura.com)
Pedro Laín Entralgo (1908 - 2001), paradigma de médico humanista, historiador de la Medicina, académico (de la Real Academia Española, de la Real Academia Nacional de Medicina y de la Real Academia de la Historia) y escritor (Historia universal de la medicina; El médico y el enfermo; Alma, cuerpo, persona; España como problema; etc.), es autoridad en la materia como para sintetizar, magistralmente, lo que a la mayoría nos resultaría tarea casi imposible: las vicisitudes de dos siglos de investigación científica en España (luces y sombras que tenemos la obligación de conocer).
En el artículo "Una Mutisia en Cádiz" (diario El País, 21 de diciembre de 1988) traza, en unas pinceladas, su visión de nuestra ciencia en los siglos XVIII y XIX:
"Si se me pusiese en el trance de mencionar los españoles que, como hombres de ciencia, más y mejor parte tuvieron en la cultura de nuestro siglo XVIII, ésta sería mi propuesta: los hermanos Elhuyar, Andrés del Río, Mutis, Jorge Juan y Antonio de Ulloa; todos ellos, no por azar, españoles de España y América, y todos, unos más, otros menos, dignos de figurar en la historia universal de sus respectivas disciplinas. Se pregunta uno: sin el fracaso de nuestra incipiente Ilustración y sin la serie de guerras civiles que trajo consigo la Guerra de la Independencia ¿hubiesen logrado España e Hispanoamérica en el siglo XIX un nivel intelectual y científico equiparable al de los países occidentales de Europa?
[...]
Mutis murió en 1808, cuando la empresa de la Ilustración española, decadente desde la muerte de Carlos III, pronto iba a extinguirse por completo. Malo, muy malo fue para nuestra ciencia el tránsito del siglo XVIII al XIX. Con Cajal, Bolívar, Menéndez Pelayo, Torres Quevedo, Menéndez Pidal y Asín Palacios, bastante mejor iba a ser, después de tantos años de miseria científica, el orto del siglo XX".
Y es que España caminaba hacia su "Edad de plata" de la cultura.
(¿Cuáles son las dignísimas excepciones en esos largos años de miseria científica decimonónica en nuestro país y en Hispanoamérica?)

miércoles, 18 de marzo de 2009

"Radiociencia"


Cada vez estamos más inmersos en la sociedad de la imagen, en detrimento de la información escrita y, también, de la radiofónica (¿nos equivocamos?). Tal vez Internet conjugue, no siempre acertadamente, la palabra (hablada y escrita) con la imagen.
La radio debe tenerse muy presente como medio de entretenimiento y de información (y si se sabe buscar, también de formación). En "El devenir de la Ciencia" queremos destacar la excelente labor desarrollada en Radio Nacional de España (RNE). Encontramos en ella buenos e interesantes programas de divulgación científica como "A hombros de gigantes" (RNE5, los viernes de 22.00 a 23.00) y "Reserva natural" (RNE5, los jueves de 23.00 a 24.00). No podemos olvidar tampoco al premiado "No es un día cualquiera" (RNE1, los sábados y domingos de 8.00 a 13.00), dirigido impecablemente por Pepa Fernández y que, aunque no es propiamente de divulgación científica, sí intervienen colaboradores que tratan aspectos científicos (naturaleza, meteorología y ciencia en general), entremezclados con una abundante dosis de entretenimiento cultural (por ejemplo, las colaboraciones inigualables de don Pancracio Celdrán, sabia y entrañable criatura).
Asimismo podemos escuchar en RNE5 un buen número de pequeños espacios divulgativos: "A su salud"; "Alimento y salud"; "Animales y medio ambiente"; "Ciencia al cubo"; "Ciencia y alimentación"; "Cienciópolis"; "Entre probetas" y otros.
Y si se quiere ya no es preciso escuchar los programas deseados en la radio a su hora de emisión, sino que lo podemos hacer, cuando y cuanto queramos, en Internet: www.rtve.es/radio/. Basta con encender nuestro ordenador y seleccionar en la página web correspondiente el programa que nos interese.
(¿Qué programas radiofónicos de divulgación científica conoces? Agradeceremos vuestras respuestas.)

Científicos despistados


(Imagen: Isaac Asimov; procedente de www.wwu.edu)
¿Es un tópico que los científicos son despistados?
Ciertamente son numerosos los casos de científicos despistados y muchas las anécdotas que se pueden contar sobre ello. Sin embargo, no es que sea una característica intrínseca del científico (eso creemos) sino que el investigador suele tener su mente ocupada con complejos asuntos que en ocasiones (o frecuentemente) hacen que se les pase por alto hechos o asuntos cotidianos que suceden a su alrededor; asiduamente, pero no siempre, están en una órbita diferente, y distante, de la de los demás mortales. Pero son tan humanos como el resto.
En el artículo "El profesor distraído", Isaac Asimov (1920 - 1992), gran maestro de la divulgación y de la ciencia ficción y autor muy prolífico (y sin embargo riguroso), nos narra algunas de estas jugosas anécdotas de despistes.
Mencionamos hoy en "El devenir de la Ciencia" una de ellas. Cuenta Asimov que Platón (427 - 347 a.C.) escribió que Tales (624 - 546 a.C.) estaba caminando solo una noche observando el cielo salpicado de titilantes estrellas, sin fijarse dónde ponía los pies, de manera que (fatal descuido) fue a caer a un pozo. Una anciana acudió al oír los gritos del sabio y le ayudó a salir. La vieja dijo con desprecio: "aquí está un hombre que quiere estudiar las estrellas y no sabe lo que tiene bajo sus pies". A veces la fijación intelectual tiene sus riesgos.
El artículo "El profesor distraído" de Asimov está incluido en una interesante antología de artículos de divulgación de dicho escritor, titulada "Viaje a la Ciencia" (Susaeta Ediciones; Gerona, 1995). En el mencionado libro encontramos numerosos artículos, bien seleccionados, de Isaac Asimov. Entre ellos, además del que se hace aquí referencia, podemos citar como ejemplos: "¿Qué es el Universo?"; "La revolución de un solo hombre" (sobre los cruciales logros científicos de Albert Einstein); "Ozono"; "El doble descubrimiento de la evolución"; "Mala suerte" (sobre las penalidades sufridas por el astrónomo francés Le Gentil en los intentos de observación de los tránsitos de Venus); "Científicos herejes"; "Los científicos son seres humanos"; "El autocontrol" (sobre fraudes y plagios en ciencias); "La ciencia y la tecnología"; "La feminización de la ciencia ficción" (que concluye así: "siempre lo he dicho: liberemos a las mujeres, y los hombres también nos liberaremos"), ...
Asimov no pierde vigencia. Ni encanto.

martes, 10 de marzo de 2009

"El Dorado vegetal". José Celestino Mutis y la quina

(Imagen: J. Celestino Mutis; procedente de http://envivo.eafit.edu.co)

El médico y naturalista José Celestino Mutis (Cádiz, 1732 - Santa Fe de Bogotá, 1808), "apóstol de Linneo" en Nueva Granada (Colombia), se interesó enormemente por la flora de aquellos territorios americanos, en búsqueda de conocimiento (descripción y clasificación de nuevas especies de plantas) y también indagando particularmente en todo lo referente a las aplicaciones de ciertas especies vegetales, como el "té de Bogotá", la canela americana (diferente de la canela de Ceilán) y, sobre todo, el quino. De los quinos, árboles de la familia de las rubiáceas (género Cinchona, con diferentes especies), se extraía su corteza, la quina, cuyas propiedades febrífugas eran aprovechadas por los indígenas; de ello se percataron los jesuitas (el jesuita jiennense, de Lopera, Bernabé Cobo, 1580-1657, parece ser que se fijó en la quina como medicamento en 1638), que se interesaron sobremanera por tan "milagroso" producto vegetal y lo difundieron por Europa (se llegó a conocer como el "polvo de los jesuitas"). La quina se aplicó exitosamente en el tratamiento de la malaria o paludismo.

(Imagen: corteza y hojas de un árbol de quina, el quino; procedente de www.Ihup.edu)

Según nos dice Juan Pimentel en su libro Viajeros científicos (Ed. Nivola, Madrid, 2001), en el siglo XVIII la quina fue utilizada en el tratamiento de las fiebres tercianas (aquellas que se manifiestan a los tres días, como la malaria), siendo un objetivo fundamental de los viajeros naturalistas, como La Condamine, quien había realizado investigaciones sobre la curativa corteza en la región de Loja (Quito). Según cuenta Pimentel en su libro, el médico Pedro Virgili, quien fuera maestro y protector de Mutis, había sido, a instancias de Ulloa, el primer promotor de la creación de un monopolio de la quina peruana. Asimismo, según Pimentel, el gran naturalista sueco Linneo, "padre de la taxonomía", también mostró gran interés en el estudio del quino, incitando a sus colaboradores a ello, de manera que Mutis le remitió ejemplares de una especie diferente a la Cinchona officinalis (descrita por La Condamine).
(Imagen: hojas y flores de una Cinchona; procedente de www.linnaeus.uu.se)

Así, en 1772, descubrió una especie de quino en los bosques de Cundinamarca (hasta entonces se pensaba que el quino tan sólo crecía en las proximidades del Ecuador). Posteriormente descubrió otras especies de Cinchona, teniendo cuatro de ellas propiedades medicinales.
Mutis publicó sus investigaciones científicas sobre las quinas por entregas en el Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá (1793 - 1794).
Tras la muerte de Mutis, su sobrino Sinforoso completó el trabajo del sabio gaditano (hispano-colombiano) sobre las quinas y publicó Historia de los Árboles de la Quina, como obra póstuma de Celestino Mutis. En este importante libro médico-botánico, de 1809, Sinforoso Mutis Consuegra describe siete especies del género Cinchona: C. lancifolia; C. cordifolia; C. oblongifolia; C. ovalifolia; C. longiflora; C. parviflora; y C. flora. Comenta asimismo sus propiedades medicinales.
Sin embargo, más tarde, en 1828, el doctor Manuel Hernández de Gregorio publicó un libro titulado El arcano de la Quina. Obra póstuma del doctor don José Celestino Mutis, que contiene la parte médica de las cuatro especies de Quinas oficiales, sus virtudes eminentes y su legítima preparación. Este "Arcano de la Quina" de Manuel Hernández es realmente el trabajo que Celestino Mutis entregó para su publicación poco antes de morir, en 1807.
Aprovechamos para recomendar en "El devenir de la Ciencia" unos vídeos de interés sobre José Celestino Mutis y la quina:
- "Mutis, el oráculo del reino" (7 pequeños vídeos de animación sobre la vida del sabio naturalista).
- "Ruta Mutis" (una interesante ruta colombiana por los lugares mutisianos).
- "El árbol de la quina. Parte 1" y "Parte 2" (muy interesantes).

martes, 3 de marzo de 2009

Las vicisitudes de Emmy Noether, matemática genial


(Foto de Amalie Emmy Noether; procedente de http://centros5.pntic.mec.es)
Como siempre, leímos con interés el artículo del pasado jueves (26 de febrero) del profesor Lozano Leyva en su (imprescindible) columna "El electrón libre", del diario Público (http://blogs.publico.es/ciencias/630/el-teorema-mas-bello), que llevaba por sugerente y atractivo título "El teorema más bello". Allí, acertadamente, el profesor Lozano nos animaba a profundizar en la vida y obra científica de la gran matemática Emmy Noether; cosa que, aplicadamente, hemos hecho.
Aquí, en "El devenir de la Ciencia", creo oportuno incluir una pequeña biografía de la matemática alemana tomada del ensayo inédito de mi padre, Fernando Rivero Garrayo (1925 - 2005), escrito en 2002, al que tituló "Los judíos y la ciencia".
Dice así:
"Trataremos ahora de una mujer científica. Nos referimos a la matemática Amalie Emmy Noether (1882 - 1935). Había nacido en Erlangen, Alemania, una ciudad pequeña, pero de gran tradición cultural, pues tenía universidad desde el siglo XVIII. Noether estudió en la escuela municipal de educación superior para mujeres de su ciudad natal, aprobando con muy buenas notas los exámenes para maestros de inglés y francés, lo que le facultó para enseñar estos idiomas en un centro femenino. Su aspiración, sin embargo, era realizar estudios universitarios. Esto no era contemplado por el antifeminismo de la época, por lo que sólo le permitieron asistir a las clases de la universidad, pero no para examinarse y, por lo tanto, para adquirir un título superior, a pesar de que su padre, Max Noether (1844 - 1921) era un catedrático de la universidad muy apreciado profesionalmente. Al admitir la universidad en 1903 a mujeres, Emmy Noether se matriculó y cuatro años más tarde leía su tesis doctoral sobre invariantes algebraicos, que fue calificada de summa cum laude. Después de dar clases, en 1915 se fue a la universidad de Gotinga -famosa como centro matemático europeo por enseñar en ella matemáticos de primera categoria como David Hilbert y Felix Klein-, pero fue vedada como profesora universitaria por los miembros no matemáticos del claustro universitario. Sólo en 1919 logró un puesto de profesora de matemáticas en Gotinga, pero sin remuneración regular, no obstante los elogios que recibió de grandes matemáticos. Este puesto profesoral le fue negado en 1933, como judía, a la subida de Hitler al poder, por lo que emigró a Estados Unidos. Allí aceptó el cargo de profesora de matemáticas en un college femenino de Pensilvania, dando también clases en el renombrado Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde entre otros grandes científicos estaba Einstein. Poco tiempo estuvo en estos cargos, pues dos años después moría como resultado de una operación. Durante su vida, su labor investigadora la dedicó al álgebra abstracta y a la Relatividad general, siendo muy apreciados estos trabajos por los más importantes matemáticos."
Caso paradigmático el de Emmy Noether de las enormes dificultades que encontraron las pioneras científicas a comienzos del siglo XX.

domingo, 1 de marzo de 2009

Sobre Oscar Hertwig y el postdarwinismo (y II)


(Foto: Oscar Hertwig; procedente de http://de.wikipedia.org)
Curioseando un día, como tantos otros, en la nutrida biblioteca de mi padre, encontré un ejemplar que me llamó poderosamente la atención. Se trataba de un libro de 1930 titulado "Trayectorias embriológicas. Lecciones de alta Biología" (Tipografía Católica Casals), del sacerdote jesuita Jaime Pujiula, académico numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona. Este opúsculo es una ampliación de otro anterior titulado "Conferencias Biológicas: Estudios críticos sobre la teoría de la evolución". Es una obra antievolucionista que trata de refutar la ley biogenética fundamental de Müller y Haeckel y, por extensión, la teoría de la evolución de las especies. Es un tratado serio que nos ilustra la visión que de la evolución tenían los científicos católicos de los años 20 del pasado siglo. El problema surge cuando se mezcla ciencia con creencia (religiosa); esta última muy respetable, pero que debiera mantenerse al margen del análisis científico.
A pesar de su extensión, incluimos en "El devenir de la Ciencia" un fragmento del capítulo titulado "Ideas de O. Hertwig sobre la ley biogenética fundamental", que forma parte del epílogo, dado su interés histórico.
"Maravillosa coincidencia de ideas con las nuestras hallamos en la obra de O. Hertwig Das Werden der Organismen respecto no sólo a éste, sino también a otros muchos puntos, como la herencia de caracteres adquiridos, de la especifidad de la célula, etc. Acerca de la ley biogénetica fundamental es oportunísimo citar algún párrafo de la mencionada obra en prueba y confirmación de nuestra tesis.
Partiendo del principio de la especifidad de la célula, aplicado a la ontogénesis, va probando cómo en cada estadio embrionario el organismo en formación es tan distinto realmente de otro cualquiera en el mismo estadio como lo son los organismos adultos, porque en todos ellos es siempre la misma especie, distinta realmente de cualquier otra. "Sobre la base de ley causal ontogénica, dice Hertwig ["Das Werden der Organismen", pág. 271 (1922)], pierde su fundamental significación la disputa sostenida sobre la mayor o menor semejanza de cada estadio embrionario de diversos vertebrados en orden a su filogénesis. Porque por parecidos que pueden presentarse exteriormente ciertos estadios embrionarios del hombre, del mono, de otro mamífero cualquiera, más bajo en la escala zoológica, y aun de un reptil, hasta el punto de que un inexperto observador los pueda confundir; con todo, sus caracteres específicos, visibles ya, o en potencia y sólo más tarde manifestables, son en realidad de verdad tan diversos entre sí como en su estado de perfecto desarrollo. El embrión humano no está más próximo al del mono que el hombre ya desarrollado lo está de la especie simiana".
Es, además, un absurdo, según O. Hertwig, que un mamífero, por ejemplo, provenga mediata o inmediatamente de un pez, de un anfibio, de un reptil, etc.; porque todos estos animales coexisten, son contemporáneos, formando en conjunto la fauna actual. ¿Cómo se convirtieron unos sí y otros no? Es que la supuesta ley es una arbitrariedad y nada más.
Por todas estas razones rechaza decididamente este autor esa ley ficticia. Pero O. Hertwig es también evolucionista y pretende explicar la formación de las actuales especies por procesos naturales. Por lo cual, si por un lado rechaza y refuta la ley biogenética fundamental, busca medio de substituirla y le parece encontrarlo en la variabilidad de la célula específica como germen (Anlage) bajo el influjo de los múltiples estímulos que obran sobre ella, ora sean internos, ora externos.
[...]
De lo dicho se sigue que Hertwig destruye desde luego la ley biogenética fundamental de Fritz Müller, Haeckel, etc.; pero pretende substituirla por otra que podríamos llamar de la variabilidad del autophylum. ¿Será él más feliz que otros? Veámoslo.
Desde luego tendremos que achacarle el mismo defecto de que adolecen todas las teorías evolucionistas, la falta de hechos reales que la apoyen en esta parte. En efecto, si mal no entendemos el pensamiento del gran biólogo de nuestros días, se puede éste concretar en estas preguntas: ¿Ha habido evolución?- Contesta Hertwig que sí. ¿Existe paralelismo entre las formas o especies graduales de la escala biológica y los estadios ontogénicos de los organismos como pretenden los defensores de la ley biogenética fundamental?- Contestación de O. Hertwig: que no, sino que cada phylum o genealogía, como queda dicho, habría evolucionado dentro de su línea propia, adquiriendo el soma y germen nuevas cualidades que éste transmitiría por la herencia, la cual aparecería modificada en mayor o menor escala en cada nueva generación.
[...]"
Esperamos en "El devenir de la Ciencia" los comentarios de nuestros amigos biólogos.

La "ley biogenética fundamental" de Ernst Haeckel

(Dibujos de embriones realizados por Haeckel; procedente de http://workgroups.cwrl.utexas.edu)

(Árbol de la vida, según Haeckel; foto procedente de http://www.ucmp.berkeley.edu/)




(Foto de Haeckel, procedente de http://www.educa.madrid.org/)


Ernst Haeckel (1834 - 1919), biólogo (con inclinaciones filosóficas) alemán, divulgó intensamente la obra de Charles R. Darwin en Alemania. En España, Haeckel era el referente principal en evolucionismo, más incluso que el mismo Darwin. Mario García Bartual, en su artículo "Y Darwin llegó a España" (Historia de Iberia Vieja, número 44) nos lo indica y señala lo siguiente: "aunque Haeckel demostró durante toda su vida su inmensa admiración a la figura de Darwin, hoy en día no es precisamente recordado por sus grandes logros científicos y filosóficos, sino más bien por su desbordada imaginación".


Las dos hipótesis principales de Haeckel han resultado ser parcialmente erróneas: sus árboles genealógicos de la evolución de los seres vivos, con eslabones perdidos inventados por él; y su ley biogenética fundamental (que no era tal ley, sino hipótesis no verificada), basada en las ideas de Johannes Müller.
La "arriesgada" ley biogenética fundamental de Haeckel dice que la ontogénesis reproduce la filogénesis. Es decir, el desarrollo de un organismo vivo (ontogénesis) repite (recapitula) a grandes rasgos y aceleradamente la evolución de su especie. Hoy pensamos que sólo se recapitulan ciertos rasgos de los embriones de sus especies antecesoras. Para explicar el origen de la vida Haeckel defendía que todos los seres vivos debían proceder de una sola forma ancestral, postulando incluso un origen inorgánico para la vida.
Sus obras principales son: "Monografía de los radiolaria" (1862); "Morfología general de los organismos" (1866); "Historia Natural de la creación" (1868); y "Enigmas del Universo" (1899).
Ernst Haeckel, personaje polémico, mas sumamente interesante.




La tribu, la nación y la Humanidad (según Darwin)


En el número 44 de la revista de divulgación de Historia de España (la única específica sobre nuestra historia que se publica), Historia de Iberia Vieja, encontramos un muy recomendable artículo del paleontólogo Mario García Bartual titulado "Y Darwin llegó a España". En él se nos explica el impacto y las polémicas que generó la teoría de la evolución de Darwin en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, hasta que a finales de los años 60 del pasado siglo "en la enseñanza se empieza a considerar la obra de Darwin como necesaria y vital para entender el mundo".
El interesante artículo comienza con una cita de Charles Robert Darwin, que creemos acertadísima y que, como nos suele ocurrir con el padre de la teoría de la "selección natural", compartimos plenamente:
"Conforme el ser humano avanza, y las pequeñas tribus empiezan a unirse, cada individuo tendría que extender sus instintos sociales y simpatías a todos los miembros de la misma nación, aunque le resulten personalmente desconocidos. Una vez alcanzado este punto, sólo una barrera artificial puede impedir que sus simpatías se extiendan a los humanos de todas las razas y naciones".
Huelgan comentarios.
(Procedencia de la imagen superior: www.udg.edu)

Sobre Oscar Hertwig y el postdarwinismo (I)



El zoólogo alemán Oscar Hertwig (1849 - 1922) es recordado (aunque no lo que se debiera) por descubrir en 1875, estudiando los erizos de mar, que el cigoto se forma cuando un espermatozoide se fusiona con el óvulo (dicho cigoto u óvulo fecundado dará lugar, como bien sabemos, a un nuevo ser). El hallazgo, como puede suponerse, es de capital importancia.

Pero Oscar Hertwig (discípulo de Haeckel en Jena, aunque alejado de sus especulaciones filosóficas) fue un destacadísimo embriólogo experimental y, aunque evolucionista, se opuso al protagonismo dado por Darwin al azar en su teoría de la evolución. Sus conclusiones las expuso Hertwig en su libro, publicado en 1916, "Das Werden der Organismen, eine Widerlegung der Darwinschen Zufallslehre" ("Génesis de los organismos. Una refutación de la teoría darwinista del azar").

La obra de Oscar Hertwig despertó gran interés también en nuestro país y fue publicada en castellano en 1929, hace ahora ochenta años. La traducción del alemán fue satisfactoriamente realizada por Lorente de No, notable matemático y profesor de Mecánica Racional. "Génesis de los organismos" fue editada por Espasa-Calpe en dos volúmenes de 398 y 381 páginas respectivamente y 115 figuras (en la colección "Ideas del siglo XX", dirigida por Ortega y Gasset).

Es un año, de aquella llamada "Edad de Plata" de la cultura española, de interesantes publicaciones sobre Genética y sobre evolución: el artículo La mutación "jaspeado" del coleóptero Phytodecta variabilis (su aparición y herencia), de Antonio de Zulueta; el artículo Contribución al conocimiento del determinismo del sexo en Paramermis contorta, de Margarita Comas; el libro Curso de Historia Natural, de Salustino Alvarado (quien cita, entre otros, a Hertwig y Morgan); y la mencionada Génesis de los organismos, traducción de la obra de Oscar Hertwig. Digamos como curiosidad que en el citado libro de Alvarado se pretende conciliar (con un criterio respetable creemos) la teoría de la evolución con la posibilidad de un Creador: "La teoría de la descendencia no excluye la creación. Se puede ser a la vez creacionista y evolucionista. Basta para ello suponer que el Creador creó en un principio una o unas cuantas formas sencillas a las que dotó de la propiedad de evolucionar"; aunque podamos no compartir la opinión de Alvarado, no tenemos nada que objetar a su planteamiento.

Respecto al libro de Hertwig, encontramos una jugosa reseña de Ramiro Ledesma Ramos (1905 - 1936), a la sazón jovencísimo e inquieto pensador y discípulo de Ortega y Gasset, sobre "Génesis de los organismos" (Espasa-Calpe, 1929). Dicha reseña del filósofo zamorano lleva por título "Hertwig y el postdarwinismo", publicada en La Gaceta Literaria el 1 de abril de 1929 (en la sección en la que habitualmente colaboraba Ledesma: "Filosofía y Ciencia"). Dicha reseña, que creemos de interés, puede leerse en www.filosofia.org/hem/dep/gac/gt05502c.htm.

Incluimos en "El devenir de la Ciencia" el último párrafo del artículo "Hertwig y el postdarwinismo":

"Todo gira hoy alrededor de ese mundo maravilloso y microcósmico que es el mundo celular insospechado para el darwinismo, sobre el que se encuentran fijas todas las atenciones. Hertwig ha introducido en Biología el concepto de célula específica y una ley ontogenética sucedánea a base de una de las pocas y auténticas verdades de la biología moderna: es un hecho de riguroso conocimiento experimental que "de una determinada célula sexual se desarrolla siempre con infalible seguridad una sola especie bien determinada de organismos". Aquí, con esta ley, creemos da comienzo la Biología de nuestro tiempo, y significa para ella lo que el concepto de número natural significa para la matemática".

(Foto: Oscar Hertwig; procedente de www.nceas.ucsb.edu)