jueves, 30 de julio de 2009

La sensibilidad musical de Werner Heisenberg



[Heisenberg; imagen procedente de



El genial físico alemán Werner Karl Heisenberg (1901-1976), uno de los padres de la mecánica cuántica, era además hombre culto y un buen pianista; uno de esos científicos que no se dedican exclusivamente a su restringido campo de investigación.

Como muestra de eso que decimos y de la sensibilidad musical de Heisenberg, traemos hoy a "El devenir de la Ciencia" un fragmento de "Partículas elementales y filosofía de Platón", capítulo final del libro Diálogos sobre la física atómica (Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Católica, Madrid, 1972), del inolvidable físico alemán:

"Von Holst [etólogo y virtuoso de la viola] tomó su viola, se sentó entre los dos jóvenes y empezó a tocar con ellos aquella serenata en re mayor, obra de juventud de Beethoven, que rebosa fuerza vital y alegría, y en la que la confianza en el orden central supera constantemente todo desánimo y cansancio. Al oír a Beethoven, se me confirmó la certeza de que -si pensamos con la escala humana del tiempo- siempre seguirá adelante la vida, la música, la ciencia; aunque sólo podamos cooperar en ese avance por poco tiempo, siendo siempre -según palabras de Niels [Bohr]- a la vez espectadores y actores del gran drama de la vida".
Nos llegan al alma estas palabras de Heisenberg.

domingo, 26 de julio de 2009

"Lopera de Cobo"


Regresábamos a Sevilla de una pequeña, y muy placentera, estancia en la Aldea de Río Madera (Segura de la Sierra, Jaén) sumergidos unos días en plena naturaleza serrana, y decidimos hacer una parada en el pueblo de Lopera, cuna del Padre Bernabé Cobo, uno de esos científicos andaluces casi desconocidos.
De Bernabé Cobo (Lopera, Jaén, 1580 - Lima, 1657), estudioso, entre otras cosas, de la naturaleza americana, hablaremos en "El devenir de la Ciencia" en otro momento (esperemos que pronto). Apuntemos ahora tan sólo que en su Historia del Nuevo Mundo (1653), magnífica obra que pretendía recopilar y ordenar todo el saber referente a aquellas tierras, que se perdió en gran parte y que se mantuvo inédita hasta finales del siglo XIX, hace una descripción detallada de la vegetación y la adaptación de las diferentes especies al clima y las condiciones ambientales, dando muestras de gran agudeza observadora, en la línea de los científicos modernos. Diremos aquí que aunque la planta de la patata (Solanum tuberosum) fue mencionada por vez primera en Europa por Juan de Castellanos, quien la había conocido en las montañas andinas en 1537, es el sacerdote jesuita Bernabé Cobo el que hace la primera descripción extensa en su Historia del Nuevo Mundo. Es ésta una obra clave del siglo XVII para el conocimiento de aquel maravilloso continente.
Hoy pudimos dar un breve pero interesante paseo por las calles de Lopera y allí nos alegró ver la calle rotulada con el nombre del Padre Bernabé Cobo, junto al castillo y a la bella Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción, de estilo gótico. No tuvimos tiempo de comprobar si exite o no algún monumento o placa en recuerdo del sabio jesuita, ni tampoco nos atrevimos a preguntar a los lugareños si sabían quién fue el tal Padre Cobo.
Mereció, no obstante, sin duda alguna la fugaz visita a este agradable pueblo jiennense: Lopera. La "Lopera de Bernabé Cobo".

martes, 21 de julio de 2009

¿Para qué el LHC? (II)

[Portada del libro de Alberto Casas sobre el LHC; de www.catarata.org]
Me llevé a la playa para leer un librito de divulgación científica en vez de uno de esos ladrillos best sellers (rarezas que tiene uno). Se trataba de "El LHC y la frontera de la física" ( Colección "Qué sabemos de"; CSIC - Los Libros de la Catarata; Madrid, 2009), del físico teórico Alberto Casas.
El LHC ha estado, está y, sin duda alguna, estará mucho más en los medios en los próximos meses y años, ya que será un auténtico manantial de novedades científicas, tal vez revolucionarias. Los ciudadanos modernos no podemos estar al margen de estos acontecimientos de tanto calado. Y si los contemplamos con un conocimiento mínimo, pero sólido, de lo que allí se cuece la experiencia será muy enriquecedora. Alberto Casas con su libro nos echa un cable y se lo agradecemos.
Pero el opúsculo divulgativo de Casas, magistralmente escrito, cristalino y ameno, no se ciñe sólo a la descripción técnica del LHC, "la máquina de la verdad" (aceleración, colisión, detección y análisis) y a justificarnos su utilidad (en ciencia básica y en tecnología), sino que, muy acertadamente, nos explica previamente el marco teórico que nos permite descubrir la verdadera dimensión de los experimentos que se pretenden llevar a cabo en el gigantesco acelerador y darles sentido. Así hace un recorrido por las principales teorías de la física moderna, sus pilares: Relatividad (Especial y General) y Mecánica Cuántica. El cual nos conduce al Modelo Estándar , la frontera actual de la física, a la "partícula maldita" de Higgs y a la "Física más allá del Modelo Estándar". Por último, en el capítulo "¿El fin del mundo?", Alberto Casas rebate científicamente, como no podía ser de otra manera, las tesis de los agoreros y nos da argumentos tranquilizadores.
Concluimos la reseña de este librito imprescindible (ciertamente lo es) con algunos datos sorprendentes que nos aporta Alberto Casas sobre el LHC en la introducción de su magnífico trabajo y que nos abre el apetito para conocer más y sumergirnos en la lectura posterior:
- El LHC consta de un anillo de 27 km de circunferencia dentro de un túnel a 100 m de profundidad próximo a ginebra.
- Además de ser una máquina gigantesca es también el congelador más grande y potente del mundo, siendo capaz de mantener el gran anillo (de unas 40.000 toneladas) a una temperatura de tan sólo -271,3 ºC, muy próxima al cero absoluto.
No existe en todo el universo conocido ningún lugar más frío.
- Sin embargo, paradójicamente, en el interior de la gran máquina aceleradora de partículas se producirán temperaturas unas 100.000 veces la del interior del Sol (tan sólo en el minúsculo espacio donde tendrán lugar algunas de las colisiones).
- El LHC recreará las condiciones del universo apenas una fracción de segundo después del Big Bang, algo sin precedentes.
- La presión en el interior del anillo por el que circularán los protones es 10 veces inferior a la de la Luna, por lo que dicha cavidad circular es uno de los lugares más vacíos del Sistema Solar.
- La velocidad de los protones será un 99,999999 % de la de la luz. Por tanto, cada uno de ellos dará unas 11.000 vueltas por segundo al gigantesco anillo.
- En los lugares establecidos para ello se producirán 600 millones de colisiones individuales protón-protón por segundo, creándose (por conversión de buena parte de la energía cinética de los protones en materia) cientos de partículas que habrán de ser detectadas con aparatos electrónicos muy sofisticados de enormes dimensiones.
Son sólo algunos ejemplos de datos técnicos del LHC que nos señala Alberto Casas y que, rápidamente, nos estimulan para saber más, para penetrar en este fascinante mundo de la física de hoy, y de mañana, cuando vayamos más allá de las fronteras actuales del conocimiento del Universo.

lunes, 20 de julio de 2009

¿Para qué el LHC? (I)

[Partículas elementales; imagen procedente de http://web.educastur.princast.es]
El LHC ("Large Hadron Collider" o "Gran Colisonador de Hadrones") es una gigantesca máquina destinada a una comprensión más profunda de la naturaleza, de las leyes que rigen el funcionamiento de nuestro Universo, dando un paso decisivo más allá de la frontera actual del conocimiento básico que nos permitirá poner a prueba las teorías actuales y, tal vez, nos abra caminos ciertamente inesperados (¿una nueva revolución en la Física nos espera un siglo después de la Relatividad y la Mecánica Cuántica?).
Hace más de diez años el profesor Cayetano López ya nos abrió los ojos a los ciudadanos profanos en tan complejos asuntos de la ciencia al entusiasmarnos con su magnífico libro de divulgación (uno de los mejores que jamás he leído), "El ogro rehabilitado" (Ediciones El País/Aguilar; Madrid, 1995). En aquella "Ciencia para la gente" aprendimos gozosamente apasionantes aspectos de la Física que los no especialistas desconocíamos en buena medida (contradicciones cosmológicas respecto a la edad del Universo, la materia oscura, las intimidades de las estrellas, el apasionante mundo de las partículas elementales o la búsqueda de la Gran Unificación, el sueño de los físicos). Allí leímos los profanos (muchos como yo por primera vez) sobre "el ordenado laberinto de los quarks", la "divina partícula" de Higgs y el gran acelerador de hadrones LHC, hoy célebre antes de mostrarnos de lo que es capaz . Cayetano López nos contaba en 1995 que la "partícula de Dios" o "partícula maldita" (acaso demasiado efectistas estos sobrenombres) de Higgs había estado de actualidad entre los científicos durante más de veinte años pero el interés por ella se revitalizó extraordinariamente cuando a finales de 1994 se aprobó la construcción del LHC, cuyo objetivo principal era la "persecución y captura" del bosón de Higgs, si es que realmente existía. Y es que para los físicos, que buscan las leyes fundamentales de la naturaleza y las causas últimas, necesitaban entender qué es lo que genera la masa de las partículas elementales y por qué tienen precisamente las masas que los experimentos nos muestran y no otras. El hipotético bosón de Higgs, cuyo descubrimiento sería la pieza clave que falta del complejo rompecabezas (del Modelo Estándar o frontera actual del conocimiento físico), sería el responsable de que las partículas tengan las masas que tienen, pues al interaccionar con cada una de ellas hace que éstas adquieran su masa característica.
[Uno de los enormes detectores del LHC; imagen procedente de http://www.physics.uq.edu.au]
El LHC, ese gigantesco acelerador y colisionador de protones en el que en cada choque se producirán numerosas partículas subatómicas, deberá arrojar la luz necesaria para la mejor comprensión del Universo, incluida la posible detección de la "partícula maldita" de Higgs. El profesor Cayetano López en "El ogro rehabilitado" (pág. 193; 1ª ed.) afirmaba con rotundidad:
"O bien la partícula de Higgs existe y aparece a las energías a las que el acelerador es capaz de operar, o bien un mecanismo alternativo de fijación de masas se pone de manifiesto a esas mismas energías. O bien todo el esquema teórico puesto a punto en las últimas décadas está profundamente equivocado y su enorme poder predictivo se debe a la concurrencia de una serie de casualidades".
Cuestión ésta de gran trascendencia para la Física, y para el conocimiento en general.
[Nota: En una próxima entrada de "El devenir de la Ciencia" reseñaré un libro de reciente aparición imprescindible sobre el asunto, muy bien escrito y con cristalinas explicaciones, ideal para comprender qué es el LHC, para qué sirve y cuál es el marco teórico en el que se mueven los físicos de hoy: "El LHC y la frontera de la física", de Alberto Casas]

sábado, 18 de julio de 2009

Bombardeo contra la ciencia


[John Dalton; imagen procedente de
El gran científico inglés John Dalton (1766-1844), padre de la teoría atómica moderna, estudioso de la acromatopsia (ceguera para los colores), descubridor de la ley de las presiones parciales en las mezclas de gases y de la ley de las proporciones múltiples, amén de otras aportaciones importantes, fue además un excelente y meticuloso investigador de la meteorología, tomando numerosísimas notas de observaciones al respecto (doscientas mil nada más y nada menos), resultado de 57 años de cuidadosos registros meteorológicos realizados diariamente.
Publicó en 1793 sus Ensayos y observaciones meteorológicas, obra pionera en el estudio científico y sistemático del tiempo, y fue el primero en proponer que la lluvia es provocada por la disminución de la temperatura en vez de por la variación de la presión atmosférica.
Sin embargo, un siglo después de su muerte, la guerra acabó con el ingente trabajo que había acumulado Dalton desde los veintiún años. Pues la guerra no sólo aniquila la vida humana, sino que su tragedia se extiende al patrimonio cultural, incluido el trabajo científico. Los numerosos registros meteorológicos del sabio inglés se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial cuando la aviación alemana bombardeó la ciudad de Manchester.
¡Cuánta información interesante perdida!