jueves, 20 de diciembre de 2012

El aire atmosférico descrito por Eugenio Mascareñas

Los manuales Soler (Sucesores de Manuel Soler, Barcelona), colección de libritos divulgativos de principios del siglo XX, son una auténtica delicia y, hoy, transcurridos más de cien años, siguen teniendo interés y al valor de sus contenidos se añade la gracia de leer los textos escritos con aquella característica redacción de la época. Cualquiera de ellos es una buena elección si entramos en una librería "de viejo" o paseamos por una de esas maravillosas ferias del libro antiguo y de ocasión (como la que todos los otoños se celebra en Sevilla) o, como marcan los tiempos, nos decidimos por Internet. Aquellos pequeños manuales Soler son buen ejemplo del esfuerzo de divulgación del conocimiento en los albores del siglo XX, cuando en España germinaba la  Edad de Plata de nuestra cultura. Lemas como "los pueblos prosperan instruyéndose y educándose", "los pueblos que más leen y estudian son los que marchan a la vanguardia de la civilización" o "los más instruidos son los más útiles a la sociedad"  constituyen el mascarón de proa de este gran galeón cultural, declaración de intenciones que, al margen de los intereses comerciales de la editorial, suscribimos y que, un siglo después, en el apogeo de esta crisis que sufrimos casi todos, debería hacernos reflexionar.
 
 Encontramos en la colección gran variedad de títulos y autores, algunos ciertamente de relieve: Química Orgánica (Rodríguez Carracido), Geología (José Macpherson), Meteorología (Augusto Arcimis), Química Biológica (del mencionado R. Carracido, padre de la Bioquímica en España), Pedagogía Universitaria (F. Giner de los Ríos)... Y El Aire Atmosférico, del químico Eugenio Mascareñas Hernández , catedrático y decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona, autor de diversas obras como El aire líquido, folleto de 40 páginas correspondiente a la conferencia pública experimental impartida en la Real Academia de Ciencias Naturales de Barcelona el 13 de diciembre de 1899.
 
 
Como muestra del estilo divulgativo del pasado siglo incluyo aquí un fragmento de la Introducción de El Aire Atmosférico (ca. 1900), de Eugenio Mascareñas (en la imagen superior izquierda). Disfrutadlo:


"Envuelve a nuestro globo, le acompaña en sus movimientos de rotación sobre su eje y de traslación alrededor del Sol, una cubierta o capa gaseosa, conocida vulgarmente con el nombre de aire atmosférico o también atmósfera. Masa u océano fluido, indispensable a la vida orgánica, así animal como vegetal, que interviene eficazmente en la mayor parte de los fenómenos producidos en la superficie terrestre, y a la cual somos deudores de los encantos de esa aparente bóveda azul que nos cobija durante el día, y que admiramos tachonada de innúmeros puntos brillantes o estrellas en la obscuridad y silencio de la noche. Propagadora al mismo tiempo del sonido, difunde con providente uniformidad en todas direcciones la luz y el calor que el Sol nos envía, dando origen a los crepúsculos matutino y vespertino, que cual mágicos nuncios, envueltos en vistosos arreboles, advierten al hombre y a la naturaleza toda la próxima salida del radiante astro, al comenzar el día, y su desaparición lenta y gradual, antes de hallarnos sumidos en las tinieblas de la noche. Sereno y apacible en sus horas de calma, hubiera pasado inadvertido al hombre de las primitivas civilizaciones, a no ser por los terribles efectos que origina cuando, roto su equilibrio, es presa de violenta agitación en los huracanes y tempestades. Entonces se concibe su existencia, y asalta al espíritu la idea de su pesantez, presentida ya por el célebre filósofo de la antigüedad Aristóteles y probada experimentalmente, muchos siglos después, en el XVII de nuestra Era, [...]".

domingo, 16 de diciembre de 2012

Antarctica: el cambio climático en una canción

El dúo hispanoluso Olivenza ha hecho esta bella canción, en la que la tierra de los pingüinos es triste protagonista por el deshielo:



Clepsidra

La clepsidra, reloj de agua, permite medir el tiempo gracias a un flujo regulado, a ritmo constante, de líquido. Antonio Rivero Taravillo, poeta e hijo de hombre de ciencias, construye con sus versos otra clepsidra, metafórica pero precisa como el acuático reloj. La meteorología, la evolución y el amor se dan la mano en este bello poema: Otra clepsidra.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Juan Luis Arsuaga, científico jovial

[Portada del último libro de Juan Luis Arsuaga.
Fuente de la imagen aquí]

El paleontólogo madrileño Juan Luis Arsuaga (1954), premiado con el Príncipe de Asturias en Investigación Científica y Técnica (1997) por sus trabajos con el excelente equipo de investigadores del yacimiento pleistocénico de Atapuerca (Burgos, España), es un prestigioso científico reconocido internacionalmente y, además, uno de nuestros mejores divulgadores de su disciplina. Y un científico jovial, un Homo sapiens iovalis, podríamos decir.  "Los científicos en general tenemos mucho sentido del humor, cualquier persona inteligente tiene mucho sentido del humor; la gente demasiado seria creo que no puede ser muy buena como científica porque hace falta tener sentido de la trasgresión, buscarle las vueltas, hacerles cosquillas a las teorías", dice el jovial paleontólogo español.

El pasado siete de octubre, en la sobremesa del domingo, pudimos disfrutar de sus amenos y sinceros comentarios, sobre sí mismo y sobre nuestros antepasados (que él investiga desde hace décadas) en el que es probablemente el mejor programa de entrevistas de la radio española: Siluetas (RNE1, los domingos a las 15 horas). 

Muchas pinceladas curiosas sobre los homínidos nos traza Arsuaga en la entrevista. Sobre los robustos neandertales, especie muy parecida a la nuestra, indica que no pudo competir con Homo sapiens y desapareció. Dos especies semejantes compartiendo nicho ecológico son rivales poco o nada compatibles y la naturaleza seleccionará a una de ellas. Nos habla también del bipedismo y su posible relación con la selección sexual y apunta que no existe ninguna especie en la naturaleza a la que le crezca el pelo, así nuestros "primos" los chimpancés no van a la peluquería, no lo necesitan.

Desmiente categóricamente la creencia popular, un tópico, de que el cerebro humano está infrautilizado, que sólo usamos un pequeño porcentaje del mismo. Esto sería insostenible con un análisis evolutivo. Nuestro cerebro consume más del 20 % del total de los recursos energéticos corporales y un órgano que consume tanta energía, tan costoso desde el punto de vista energético, debe funcionar al máximo de sus posibilidades pues "en la naturaleza no se desperdicia ninguna caloría".

Y, cómo no, nos habla Arsuaga de Homo antecessor (en la imagen). Tiene ahora dudas el paleontólogo español de que Homo antecessor (que vivió hace unos 900 000 años) fuera la primera especie de nuestro género que habitara el continente europeo. Se han hallado restos fósiles más antiguos, de 1,2 millones de años, que nos hacen pensar que pudo ser Homo erectus (que habitaba por entonces África y Asia) el primer europeo. Tal vez Homo antecessor fue su descendiente. Recordemos que Homo antecessor es antepasado de Homo heidelbergensis y de Homo neanderthalensis. Pero en la reconstrucción fiel del árbol genealógico de los homínidos hay todavía muchas lagunas, quedan muchos fósiles por descubrir y numerosas piezas por encajar. No pocas sorpresas nos deben esperar en las próximas décadas y eso, lejos de desanimar a los científicos, los estimula a investigar con mayor intensidad y profundidad si cabe y a soñar con excavar en lugares aún no escrutados. ¿Hay un aliciente mejor?


Puedes escuchar la entrevista a Juan Luis Arsuaga en Siluetas pinchando aquí.


OTROS CIENTÍFICOS ENTREVISTADOS EN SILUETAS:

- Santiago Grisolía (bioquímico).
- Sonia Fernández-Vidal (física y escritora).
- Juan José López-Ibor (psiquiatra).
- Federico Mayor Zaragoza (farmacéutico, bioquímico y político).